viernes, 11 de mayo de 2018

El cruce del Misisipi. Feliz año nuevo 2018 (y_2019)



"Al pasar la barca
me dijo el barquero:
Las niñas bonitas
no pagan dinero.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser... “


Hemos cruzado el Misisipi, o casi.
Hemos cruzado el Ebrio y el Rubicón,
el Río de la Plata, el Amazonas y el Ganges;
el Indo, el Nilo y el Volga; el Tiber y el Po;
la Rhone, la Garonne et la Loire.


Hemos cruzado el Río Piedra
y antes de cruzar y después,
sentados sobre una piedra,
a su orilla hemos llorado.


Hemos cruzado el Guadiana,
después de abrirle los ojos,
por no dejarle dormir
cumplida la madrugada,
el Guadalquivir y el Guadalete.


Hemos cruzado el Genil
para llegar a La Alhambra,
allí donde Bohabdil
dicen que como mujer
lloró y lloraba,


obligado a abandonar
el su Serrallo en Granada,
teñido con la añoranza  
de noches dulces de amor
en brazos de sus huríes cristianas,


conquistadas en asedios
a las Torres de León,
otrora cuan siendo apuesto
y gallardo joven, cabalgaba
su montura jerezana


al frente de sus mesnadas,
que luego llamaron "hordas",
por bien ganar su soldada,
cronistas que hacen historia
para el que gana batallas,  


¡Qué cosas tiene la historia,
que cuando tronos se ganan
se pierde toda memoria!


Hemos cruzado alambradas
con sus alambres de púas
y abierto con las ganzúas
cancelas de las murallas.


Hemos saltado las vallas.
Hemos borrado fronteras
de las cartas y en los mapas;
hemos desmontado aduanas


y con los aranceles viejos
hemos hecho monigotes
y confetis de papeles, rositas de pitiminí,
confeccionado guirnaldas,
serpentinas y oropeles, origami y organdí.


Hemos brindado con besos,
abrazos, champán y cava.


Hemos lavado ofensas, rencores y desamores
con el jabón del perdón
y con el agua dulce sin cal ni mal
de la amante y amorosa bendición.


Sigamos para adelante
y mirando al frente
y evitando la estéril conversión
en monumento de sal


por gritarle con rencor, veneno, aguijón,
rabia y saña, mientras el cielo se hunde,
al que tanto te mortificó y vejó
y que tanto y tanto te j...:


"¡Bien te está!"
"!Me alegro por tu desgracia!"
"¡Mal haya la araña que a mí me picó!"


Del diecisiete, La Estrella, al dieciocho, La Luna,
y como mapa guía una carta del Tarot,
montados en La Carreta conducida por El Loco
con dirección rumbo a El Sol.


Caminemos poco a poco
con el paso de El Anciano a la luz de su farol;
que él ya conoce el camino
que tantas veces anduvo


y seguirá recorriendo mientras le quede resuello
y en la vela cera y pábilo y voz en garganta y cuello
y fortaleza en su alma y en su mano
para empuñar un bastón.


Hemos cruzado valientes
como el Cesar conquistador
tras de conquistar las Galias
el Rubicón prohibido.


Vamos a hacer una hoguera
con las naves cortesanas,
las que Cortés no quisiera;
y con las banderas trapos;


y artesanos con las tropas;
y guiñapos con las velas;
y vendas con los harapos
de foques y contrafoques.


Indultaremos al palo mayor
que será plantado en lo más alto
del osado promontorio
y con él la canastilla


adquirida a un comerciante,
traficante de eneas, mimbres y cañas
en el puerto de Sevilla,
y a Rodrigo de Triana, tenor,


cantor y autor de aquella bella romanza
que tanto furor causaba
tras las veladas de amor
y las tardes noches de pitanza.


"¡Barco a la vista!"


(¡Qué vista tiene el señor!)


(¡Y qué voz tan austera y grave
de divo y genial artista!)


Y el capitán que todo lo sabe
lo ha puesto en un puesto clave
para que pase a la historia
por su vozarrona grave,


que, atravesando centurias,
y contemplando milenios,
se escuche a través del tiempo,
antes de que el tiempo acabe.


Y como el tiempo se acaba
para mi relato breve
y en mi página no cabe ya más tinta,
me voy con mi mente encinta


hasta el otoño que viene
en el que si Dios no media
ni lo remedia quien puede,
os obsequiaré de nuevo


con mis retoños de invierno
antes de que la paciencia
santa que ya no tenéis
opte por mandarme al cuerno.


El titulo ya sabéis:


"¡Feliz año nuevo dos mil diecinueve!"


Lo bueno, si breve, bueno.
Lo breve en copa de cava
para el ebrio que no bebe
y una gota le emborracha.


Para los que palmas dais
mientras el concierto acaba
y desde Viena escucháis,
un río se me olvidaba.


Voy a ponerle remedio
como arca para el Diluvio;
justo es ello y ello es obvio:
Su color es el azul


vestido en aguas de gala,
enagua de gasa y tul
y su nombre es el Danubio.


¡Viva Mozart! y ¡Viva Straus!


Con este pícolo verso,
cuesta abajo y en picau,
hermanas, cuñadas todas,


nueras, yernos y cuñaus,
ramas al tronco adosaus,
de otro madero injertaus,


hijos e hijas de esposa,
esposa, diosa y amante,
sacada de mi costau


por un cirujano errante,
para dormir a mi lau,
con un bisturí secante


como cuchillo afilau:
hijos de otras olvidaus,
abandonaus por un padre,

amigos de mi universo,
camaradas del Imserso,
daos todos por besaus.


Ah!, Y se me olvidaba el Rin,
que así es como suena el timbre
en Basilea y en Berlín
cuando lo pulsa el cartero,


que siempre llama dos veces
antes de entrar sin llamar
en puertas que, sin aldaba,
se abren con solo empujar,


ni un pastor junto al portal
que adore a un niño que duerme
sin el pudor de un pañal
en canastilla de mimbre


y que se deja adorar
sin berrear ni llorar.


Ese mensajero acude
para entregarte esta carta,
que algunos llaman postal;
que va sin sobre ni timbre
porque es un tiempo pascual.



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